Bienal de arquitectura en Venecia
Uno de los debates en juego en la Bienal de Venecia es hacia dónde va la Arquitectura moderna, cuáles son sus características y en su mayoría hay un consenso en el concepto de sostenibilidad.
En términos generales desarrollo sostenible y arte, parecen controvertidos, sin embargo, la situación planetaria está dependiendo de que ambos conceptos puedan imbricarse, hoy el mejor futuro es comprender lo que se hizo mal en el pasado; si bien la arquitectura moderna ha colocado la naturaleza como la protagonista, lo ha enfrentado desde el punto de vista estético, más que el constructivo.
Por otra parte, una arquitectura urbanística hoy es patrimonio artístico para las futuras generaciones; la percepción del espacio común, del espacio en el que circulamos, vivimos cotidianamente y compartimos es a su vez una muestra de materiales constructivos, aporte de diferentes épocas y conceptos urbanísticos y material de construcción diferente.
Mientras que la arquitectura conlleva un producto perdurable, los conceptos artísticos cambian, pero hay una constante: los materiales con que se fabrican las ciudades no parecen tener las mejores condiciones para devolver a la tierra lo que tomaron.
Hay conciencia de que de la naturaleza no sólo hay que tomar, sino devolver, y que la tecnología no ha provocado una buena reacción en ese sentido, es contaminante, no sólo por los elementos no biodegradables, sino por las ondas; no solo hemos tomado de la tierra y explotado recursos no renovables, sino que estamos polucionando el espacio.
Del patrimonio común, somos todos responsables, pero no somos aún conscientes de ello; no sólo se necesita energía para hacer funcionar una ciudad, sino un modo de economizarla y de que se intervenga lo menos posible en la autorregulación de los sistemas naturales de la propia geografía.
Los bienes materiales que la sociedad se sirve para su desarrollo es a su vez el elemento perturbador de una convivencia, cada vez más complicada, con la naturaleza.
Los arquitectos modernos enfrentan una serie de requisitos que tienen que cohabitar con ideas artísticas, economizar energía, sanear el entorno de polución, sistemas de regadíos, control de humedad, materiales resistentes a impactos, a sismos, a incendios, compatibilidad con viejas estructuras, nuevas tecnologías que exigen espacios especiales, juegos electrónicos, electrodomésticos, servicios de conexión a Internet, seguridad, y un sinfín de etcéteras que complica y encarece el objetivo final: la simplicidad que implique no explotar el planeta como si nunca se fuera a acabar.
Algunos países apuntan a la transformación, reciclado y normas constructivas de aporte al entorno, las respuestas fueron jardines verticales, cemento conductor, techos verdes y otras tantas propuestas, pero en lo que no hay acuerdo, es en que las economías individuales de los países o sus situaciones políticas no están en sintonía con las necesidades ni la escala de soluciones con que cuentan los países más desarrollados.
Por ahora, hay propuestas puntuales, mientras los centros comerciales crecen como grandes consumidores de energía, las ciudades se ven en dificultades para mantener un nivel controlable de gastos en las mismas.
Por otra parte, los edificios institucionales, antiguos, iglesias, conventos, considerados patrimonio histórico, no parece estar sujetos a la realidad de las ciudades, consumen, se deterioran y son tenidos en cuenta en tanto atrae al turismo, que a su vez provoca mayores problemas de infraestructura.
Por una parte, el turismo provee el recurso para el mantenimiento, pero por otra, ese mantenimiento está obsoleto si se limita a mantener infraestructura de comodidad turística y no atención al entorno, energía y todos los elementos de la ciudad que convengan al ecosistema.
No son políticas fáciles de implementar, pero parece perentorio pensar en ella y comenzar a ofrecer soluciones. La urbanización descarnada de las ciudades nos ha traído al momento presente, donde el futuro de la construcción pone en duda su desarrollo en tanto no contemple los recursos como una totalidad, como un problema de toda la ciudad y no como emprendimientos particulares de empresas privadas.