Por las características de la inversión en bienes raíces, el agente inmobiliario, a pesar que conocer las ventajas y desventajas de su producto no siempre es tratado como lo que es: un verdadero asesor en finanzas, además de un vendedor.
Mientras que usualmente se pasa por alto que es la persona que mejor nos apoyará en la futura compra, que está de nuestro lado y que intenta complacernos, es mucho más que un asesor, está asociado a nuestras decisiones y su futuro, no sólo en la compañía, sino en todos los aspectos profesionales de su vida están asociados al cliente al que asesora.
La relación entre un agente inmobiliario y el cliente, se parece además, a la de un médico, si no le tenemos confianza, consultamos a otro.
Mientras que si quedamos conforme, lo recomendamos.
Es una de esas profesiones que mejora del boca en boca, de nada sirve la publicidad, los medios, si no esa publicidad y medios no está apoyado con un trayectoria de éxitos, pero no de ventas, sino de confianza, pues aunque parezca extraño, no son lo mismo.
Es usual que un agente inmobiliario que se ha ganado la confianza de un cliente sea consultado a menudo, por éste y todos los que lo recomienden, aunque esas consultas no siempre terminen en una venta efectiva.
Entonces, cuál es el éxito al que se refiere tratándose de un agente inmobiliario: al éxito del cliente, que significa que ya sea por una venta, alquiler o tan siquiera esperar que la inversión sea mejor, el éxito de un agente es que su cliente esté conforme, y lo recomiende.
Una operación que no se cierra, es tal vez, la puerta de otra operación, y no de un fracaso.
En general, hay un porcentaje de clientes que piensan que el compromiso del agente inmobiliario no es tanto, pues en juego hay el dinero del cliente.
Esto no es así, el prestigio y por lo tanto el valor intrínseco de la gestión del agente es el que le asegura una operación exitosa, y ello es a su vez el jugo en el cual se cuece la profesión del agente.
Por más que en un momento parezca que el origen del dinero que se arriesga es del cliente, ese dinero no representa el valor que se pone en juego.
Ningún agente inmobiliario serio arriesgará su prestigio con una operación fallida para su cliente, pues a la larga perderá más en una transacción que la suma de todas las que haya ejecutado antes.
Es por ello que desde la experiencia se puede decir que un agente inmobiliario no debería ser tratado como un médico, con la idea de consultar a otro por una segunda opinión, sino como un bróker, un asesor financiero en el cual se confía.
Una vez que se decide por tratar con un agente inmobiliario, la primera impresión no es la más importante, sino su trayectoria.